Fundamentos filosóficos del karma y la reencarnación

Las ciencias y filosofías occidentales sostienen comúnmente que la ley de la casualidad gobierna todas las acciones y los diferentes acontecimientos en el universo, que no pueden existir acciones o acontecimientos sin sus causas correspondientes, al menos en la plataforma material.
Según la Literatura Védica, a ésto se le llama la ley del Karma. Desde tiempo inmemorable la entidad viviente ha estado actuando en el mundo material y disfrutando o sufriendo las reacciones de sus propias acciones.

Las reacciones de la entidad viviente resultan de su trasmigración de un cuerpo material a otro, en otras palabras (el alma) se quita y se pone cuerpos tal como una persona se pone nuevas vestiduras desechando las viejas mientras la entidad viviente transmigra, él padece o disfruta los resultados de sus actividades pasadas (KARMA).

En todo sentido cualquier Karma es un cautiverio. Aun las actividades piadosas de buen Karma atan a una persona a la rueda de la trasmigración. Si uno quiere trascender el Samsara o los nacimientos y muertes repetidos uno tiene que estar libre de todo Karma.

La entidad viviente crea su propio Karma con sus deseos particulares de disfrutar de diferentes maneras éste mundo. De éste modo ni el Absoluto ni la naturaleza material son responsables por el Karma de la entidad viviente.

La liberación de la gran cadena del Karma llega a través del conocimiento que transmite el Maestro Espiritual, así como el fuego convierte a la madera en cenizas, todas las reacciones de las actividades materiales pueden ser removidas como una amnistía trascendental, cuando nos rendimos a la Voluntad divina. Este fuego del conocimiento se refiere a la conciencia del ser (alma) de su propia posición constitucional como eterno servidor del absoluto. Cuando uno se rinde al Absoluto trasciende inmediatamente todo el Karma pasado, presente y futuro.